¿Cónoceis el bien? Supongo que si. Pues entonces, o bien porque lo has conocido antes, o lo has conocido después, conoces el mal. Porque uno, sin el otro, no es nada. Para hacer el bien, tiene que existir el mal. Y viceversa.
Pues bien. ¿Hasta que punto resulta fácil llegar de uno a otro? Fácil. Muy fácil. Demasiado.
¿Cuántas veces, por intentar ayudar a alguien o hacer las cosas bien, acabas haciendo daño? Resulta demasiado sencillo pasar de un extremo al otro, y obtener resultados desastrosos. ¿Culpable? Lógicamente, tú. Porque aunque hallas intentado hacerlo bien, lo has terminado haciendo mal. Y por mucha intención inicial, por mucho esfuerzo que hallas puesto, y pese a todo, si al final haces mal, eres el culpable.
Ahora bien. Que seas culpable de causar mal, no quiere decir que seas malvado. En absoluto. Malo es aquel cuya intención es dañar, lo consiga o no. Los buenos, pueden hacer o no el bien. También pueden hacer mal. Pero su intención nunca será esa.
Y bien, ¿se puede sacar alguna conclusión de todo este embrollo? Supongo que sí. Pero no se cuál. Y cada uno sacará la suya propia, pero no tiene por qué ser la de los demás. Creo que la única conclusión a la que llego, es que no existen los malos ni los buenos.
Simplemente existe gente que actúa de acuerdo a sus principios e intereses. Está claro que también nos dejamos llevar por los intereses de terceras personas, bien porque te importen, bien porque los odies o similar.
Bien. Si odias a alguien, y actuas en consecuencia a dicho sentimiento, ¿eres malo? Depende. ¿Se puede culpar de malvado a alguien a quién acaban de asesinar a su familia y desea o llega a intentar matar a quién lo ha hecho? Habrá gente que opina que sí. Otros opinarán que es lo lógico, y por lo tanto no se le puede echar en cara.
¿Cuál es la respuesta que vale de verdad? Ninguna. Porque alguien no es bueno o malo por actuar de una manera determinada. No debería existir el adjetivo bueno o malo para designar a una persona. Sólo para describir sus acciones. Y este cúmulo de acciones, al final de la vida de cada uno, será el que demuestre si has obrado con mayor frecuencia haciendo el bien o el mal.
Pero que actúes más veces bien que mal, o al revés, no te decanta a ninguno de los dos lados. ¿Tiene la misma relevancia ayudar a cruzar a una persona ciega un semáforo, que quitarle la vida a alguien? No lo creo. Y no lo digo porque quitar la vida a alguien sea horrible. Lo digo porque, así como para esa persona ciega, serás la persona más buena y amable del mundo, para aquella a la que le has quitado a alguien de su lado, serás algo repugnante. ¿Y quién tiene más razón, el ciego o el dolido? Ambos.
El bien y el mal no tienen unidad de medida. Ni se puede cuantificar por el número de veces que realizas acciones de un tipo u otro. Sencillamente, es algo que está ahí, algo con lo que convivimos. Y es extremadamente fácil pasar de uno a otro sin querer. Véase un ejemplo.
Quieres muchísimo a una persona. Y esa persona es tu pareja. Pero somos humanos, y por el motivo que sea, aparece una tercera persona, a la que empiezas a querer y a amar también. Y por los motivos que sea, se te hace inevitable querer más a esa persona que a tu pareja. ¿Qué haces? Hay varias vías, pero como quiero explicar la transparencia que existe entre el bien y mal, cogeré la que más me conviene:
La solución, por dura que sea, es que aunque halla aparecido una persona nueva en tu vida a la que quieres con locura, no dejas de querer a tu pareja. Y podrías aprovecharte de la situación y tener a ambas personas para tí, al menos durante el tiempo que lo consiguieras. Pero como quieres a tu pareja, y aunque sepas que la vas a hacer daño, decides decir la verdad y dejarla, porque no quieres engañarla y que a largo plazo sea más duro, tanto por el tiempo extra que pasa como por hacerla sentir engañada.
Pim pam pum. Pasamos del mal, porque la haces daño al dejarla, al bien porque tu intención es ser sincero y hacer que rehaga su vida y sin engañarla. ¿Gana el bien o el mal? Para tu ya expareja, el mal. Para tí, depende de tu forma de ser. Conclusión, no haces bien ni mal. Simplemente haces lo que crees que tienes que hacer.
Es un escrito demasiado largo, y que pocos leerán. Lo entiendo, no pretendo que nadie lo haga, y si lo hace, gracias. Aparte, creo que no he llegado a ningún lugar ni ninguna conclusión digna de denominarse tal. Pero a veces, las conclusiones no son más que un punto final, cuando se puede dejar algo en puntos suspensivos.
Un brindis por aquellos que, queriendo hacer el bien, lo consiguen o no. Y un brindis por los que quieren hacer el mal. Porque, en ambos casos, a ojos de unos, estará bien. A ojos de otros, estará mal. Por eso, porque no existen ni el uno ni el otro, sino una mezcla entre ambos, un brindis por todos. Porque, por muy triste que sea, dicha conexión es la que hace mover al mundo.
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3 comentarios:
Desde luego que no van a romperme los sueños ni las ilusiones. Pero es molesto, es molesto la doble moral que tienen muchos, y que encima actuen como si tu no te enteras de nada. Que me tomen el pelo por mi edad.
Se que hay cosas que no he vivido, y evidentemente no puedo juzgarlas ni mencionarlas. Pero, no se si por suerte o por desgracia, solo hablo de las experiencias pasadas. Simplemente crezco, quizas muy rapido o muy lento, pero lo hago. Aunque no quiere decir que mi edad influya en mi mente. Si, muchas veces soy una niñata como lo podemos ser todos, pero aprendo de ello, y no me avergüenzo.
Quizas si no existiera una edad numerica todo seria distinto, pero es lo que hay. =)
Chanán!
...y mierda, ya no se que diferencia puede haber entre el bien y el mal. Son dependientes de ambos, sin bien no existiria el mal y viceversa.
Aun asi, un brindis. ^^
¿uuuhm, y a que huele tu ambientador?
=)
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