Eso es la vida. Ya se lo comenté aquí al amigo Japa hace un par de semanas. Ni más ni menos que una simple sucesión de prioridades.
Tú decides a qué le das más importancia. Tus estudios, tu trabajo, tu familia, tus amigos, tu amor, etc. Y al final, el orden que decidas, y la importancia que le des a cada una de esas cosas, definirá tu propia vida.
No puedes cerrarte sólo en una o dos de estas opciones, porque las demás están ahí y es imposible hacerlas desaparecer.
Y así con todo. Yo, tristemente, le doy en muchas ocasiones más importancia a mi vergüenza que a mis ganas. ¿Resultado? Perder lo que quieres por no intentarlo siquiera. Y luego, el arrepentimiento. Y los ya famosos "a la próxima...", "como se me presente otra ocasión igual..."; etc.
Y una mierda. Tropezamos una y otra vez, en las mismas piedras, como ya dije antaño.
Y como esta, millones de tipos de problemas que se resuelven simplemente aplicando la prioridad que creas adecuada. ¿Estudio o salgo de fiesta? ¿Me voy con mis amigos o con mi familia? ¿Vivo el presente o empiezo a formar mi futuro? ¿Me callo o no me callo?
Un brindis, por los que tienen como prioridad no callarse, ser sinceros, decir la verdad siempre. Por los que saben organizar bien su vida en torno a dichas prioridades sin arrepentirse más adelante. Por los que nos enseñan a los demás día a día, que la vida es un puzzle, y que somos nosotros los que tenemos que ensamblar las piezas para formarla en torno a nuestras necesidades.
Y mientras tanto, seguiré teniendo claras mis prioridades, aunque no pueda luchar contra ellas.
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